«Gatohólicos anónimos», Patricia Araya

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Título: Gatohólicos anónimos

Autor: Patricia Araya

 

«Gatohólicos anónimos»  un libro de cuentos para adictos a los gatos escrito por Patricia Araya.

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Libro de  páginas, publicado por la Editorial Club de libros en 2016

Sinopsis del libro de Patricia Araya

Gatohólicos Anónimos es un libro que ha sido escrito por personas que aman y tienen gatos. Las experiencias vividas con sus amadas mascotas han inspirado la creatividad de los autores; unas son historias semi-verídicas, otras complentamente inventadas por las musas con bigotes y garritas.

Aquí comparto unos pequeños fragmentos de algunos de los cuentos que contiene:

En ese momento lo vio. No había duda: ése debía de ser uno de los enemigos de los cuales tanto hablaban sus padres, a los que sus hermanos (sobre todo Ben) daban muerte cada día sin que eso impidiera a los testarudos enemigos intentar entrar en la casa a diario.

¡Qué feo era! Tenía una especie de armadura que cubría todo su cuerpo y una mancha roja, en extremo brillante, en el abdomen.

—Esa mancha roja en su panza, ¡seguro la utiliza para detectarnos o para descubrir nuestros puntos débiles! –pensó Tierna, agachándose todo lo que pudo detrás de un mueble para esconderse de su mirada.   («¡Soy una cazadora!» de Patricia Araya)

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Una gata negra, tan oscura como la noche, con la sonrisa más grande del mundo y los dientes blancos como la nieve, se asomaba siempre por la ventana para ver la luna al morir la tarde. Sin embargo, en esta ocasión, ¡qué gran sorpresa se llevó! La luna había abandonado su lugar en el cielo y se encontraba junto a la ventana, tirada en el césped, temblando de frío.

Con cara de susto, la gata negra llamó a los demás gatos que vivían en la casa: —¡Por Dios, vengan a ver! ¡Se cayó la luna! («Se cayó la luna» de Betty Sáenz)

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Pero cuando me acerqué, vi que no. Era más bien una caja de pañales para bebés.

—¡Qué torta! –me dijo el compa, después de saludarme. —¿No ve? –y me enseñó lo que había dentro.

Eran dos cosas que parecían ratas, pero viéndolas mejor, distinguí que eran unos gatillos bien chiquitillos. («Mamá gata» de José Roberto Saravia)

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“Durante una noche de luna, encender una hoguera, colocar al fuego una olla grande llena de agua, y lanzar al agua hirviendo siete gatos negros robados sin importar el color de sus ojos…” («Burocracia infernal» de Oscar Brenes)

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La gatita no se dio por vencida: jugándose la vida, se sentó justo entre las piernas de un joven que había permanecido inmóvil todo el tiempo que ella imploró a las demás personas ayuda y, con energía, suplicó:

—¡Ayúdeme, por favor! («Alguien cuidará de mí» de Juan Carlos Saravia)

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Nuestra gata también nos protege con lo que consideramos sus poderes mágicos. A veces, cuando todo está en silencio a altas horas de la noche, ella comienza a maullar con mucha fuerza hasta despertarnos. Al encender yo la luz, la descubro observando fijamente hacia un rincón de la habitación donde no hay nada ni nadie. Se dice que esta conducta resulta de su capacidad para ver seres y objetos de otras dimensiones, que los humanos no podemos percibir. («Missy y la magia calicó» de Miriam Brenes)

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One Response

  1. ROBERTO SARAVIA VARGAS 7 años ago

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