Título: El hombre que no pudo morir
Autor: Juan Miguel Mazondo Albarrán
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«El hombre que no pudo morir» es una novela erótica escrita por Juan Miguel Mazondo Albarrán.
“Porque después de tantos años, tantos libros, tantas vivencias y tanto pensar en los por qué y para qué de la vida. Creo que ya tengo algo que decir.”
http://libros-y-audio-juan-mazondo.com/
Libro de 392 páginas, publicado en 2015
Sinopsis del libro de Juan Miguel Mazondo Albarrán
Jorge Amorena fue despreciado por la muerte, y aprovechará esa segunda oportunidad para vivir a su manera sin permitir que nadie le imponga reglas, y de paso ayudará a su especie a mejorar su forma de vida.
El hombre que no pudo morir
La llamada que aquella mañana se recibió en la casa de la familia Amorena Martínez, iba a desatar una increíble serie de acontecimientos, en ella, se les daba aviso de que la tumba de Don Jorge Amorena Zetina había sido abierta en lo que parecía una ceremonia de brujería. Una nota dejada en la boca del difunto y un comentario del forense hacen a su hijo sospechar que algo raro podría estar pasando, por lo que lleva a cabo una falsa ceremonia de cremación. Las pruebas hechas al cadáver de don Jorge, quien se encuentra después de un año de enterrado tal como estaba el día en que murió, muestran una mínima posibilidad de vida que con el paso de los días se convierte en realidad, y don Jorge regresa a la vida. Con el tiempo, toma conciencia de que no solo no envejece, sino que por el contrario, cada día es más joven y nada parece hacerle daño. A partir del momento en que enviuda, decide que esa segunda oportunidad la vivirá bajo sus propias reglas, buscando formas de convivencia sencillas y divertidas, otra forma de vivir, creando un sistema de educación gratuita y progresista por internet, aprovechará su aparente inmortalidad para convertirse en una especie de súper-héroe, convence al país de que a través de la democracia directa por internet pueden decir adiós a los políticos, y logra que los poderosos del mundo encuentren la manera de lograr un mundo más justo. Así luego de una serie de aventuras donde la inteligencia toma el lugar de los puños o las armas y de amores apasionados y libres, llegara a un final.
¿Qué final? Ese tendrás que leerlo.
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Un pasaje de «El hombre que no pudo morir»
¿Te gusta el champán?
–Me encanta, y es sin duda la bebida ideal, para disfrutar con una diosa latina en París.
–Aquí tienes tu copa, ¿quieres brindar por algo?
–Brindo por la inmensa suerte que he tenido al conocerte.
–Y yo brindo porque de esta unión resulte algo útil para mejorar al mundo.
–Lo dicho, quien dijo que la parte romántica de la pareja es la mujer, no tenía la menor idea de lo que hablaba, la mujer siempre ha sido la parte práctica en el amor. Salud.
–Salud, pero a pesar de mi brindis eso no siempre es cierto.
– ¿Ah, no? Tú has sabido de un hombre que en la parte culminante del acto amoroso le pregunte a su pareja: ¿pero te vas a casar conmigo, verdad?
La risa de Alicia brotó espontáneamente.
–Bueno por eso no te preocupes, yo al menos no te lo voy a decir.
Dieron un último trago a su bebida y Jorge posó su mano en el talle de Alicia, ambos se miraron a los ojos y sus rostros se acercaron para fundirse en un primer beso, un beso suave, que pronto fue cobrando intensidad, la manos de Jorge recorrieron el cuerpo de Alicia mientras ella comenzaba a desabrocharle la camisa, cuando quedaron desnudos, él se agachó y tomando sus piernas la cargó, y sin dejar de besarla la llevó a la recámara depositándola suavemente sobre la cama. EL beso no se interrumpió cuando él subió sobre ella, solo cambiaba de apasionado a juguetón, para convertirse en un beso sensual en el que sus labios permanecían casi unidos pero sin permitir que el otro los tocara, para luego unirse furiosamente mientras la lengua de él, recorría el interior de sus labios, el cuerpo de Jorge, se frotaba suavemente contra el cálido cuerpo de Alicia. Cuando finalmente se separaron, él comenzó a reptar como una serpiente, deslizándose lentamente mientras sus labios besaban y acariciaban el cuello, lamían los pechos, mordisqueaban muy suavemente los erectos pezones, besaban y succionaban los sobacos, para seguir su recorrido por su vientre, besar el monte de Venus y continuar su recorrido por el interior de sus muslos, suavemente mordisqueó sus rodillas y así hasta llegar a las plantas de los pies, donde su lengua jugueteó con cada uno de los dedos antes de comenzar nuevamente el recorrido en sentido inverso, donde se entretuvo besando los labios externos de su vulva, recorriéndola lentamente con la punta de la lengua, cuando vio que se abría descubriendo el preciado capullo, centró en él sus caricias, besándolo, lamiéndolo, chupándolo, logrando que Alicia tuviera su primer orgasmo, sólo entonces continuó subiendo, las yemas de sus dedos acariciaban suave y expertamente el cuerpo de Alicia, precediendo el camino que pronto ocuparía su boca, cuando finalmente sus labios volvieron a unirse, él penetró lenta y profundamente en ella. Durante más de veinte minutos, sus cuerpos dominaron sus mentes, disfrutando la más íntima caricia que dos seres humanos pueden darse, y en la habitación, tan solo los sonidos del amor pudieron escucharse. Tres veces más alcanzó Alicia la cumbre del placer, antes de que Jorge alcanzara su clímax. Finalmente, sudorosos y momentáneamente satisfechos, sus cuerpos se separaron. Jorge besó sus labios con ternura, agradeciendo el placer recibido, luego Alicia se puso de pie y preguntó:
– ¿No te gustaría un baño?
– ¿Juntos?
–Claro.
–Pues entonces, ¿qué estamos esperando?
Bajo la regadera, las manos de Jorge enjabonaron el cuerpo de Alicia, quien le devolvió el favor, y paradójicamente, el agua que debió refrescar sus cuerpos, terminó por encenderlos nuevamente. Una vez que ambos se secaron mutuamente, regresaron a la cama donde tomaron otra copa de champaña, Alicia dejó la suya y se tendió boca abajo sobre la cama, Jorge regó sobre su espalda lo poco que quedaba en su copa, Alicia se quejó.
– ¡Auch! Está fría.
Jorge comenzó a lamer el champaña de su espalda mientras decía: –Pero mucho más delicioso.
– ¿No pensarás comenzar de nuevo?
– ¿Y cómo podría evitarlo? Si tengo fuego en la sangre, y entre los labios, champaña.
Y el juego del amor se consumó dos veces más, antes de ambos contendientes se rindieran exhaustos.
Satisfecha, agotada y casi dormida Alicia preguntó.
– ¿De dónde sacas tanta energía?
–Te juro que no lo sé, sólo está ahí.